Capítulo 6
Los
tres volvimos a clase unos minutos después cuando sonó el timbre.
Tocaba Matemáticas. Imposible concentrarse en números y letras
mezclados entre sí. Yo sólo tenía en la mente lo que mi amigo me
había confesado. ¿Le gustaba? ¿Me había comparado con su ex novia
por amor o porque le caía bien? ¿Era aquella «C» del corazoncito
de su cuaderno que descubrí antes de vacaciones por Caitlin o por
mí? ¡Qué dolor de cabeza! Literalmente. Me iba a estallar. Hasta
tal punto que comencé a marearme muchísimo. Veía mal y me empecé
a tambalear en mi asiento. No lo soportaba más. Levanté la mano y
le pedí al profesor de Mates que si podía salir un momento, que no
me encontraba bien. El hombre accedió no de muy buena gana y,
enseguida. Justin también se puso de pie para acompañarme. Pero
esta vez, alguien se le anticipó. Chaz me cogió de la mano y pidió
permiso para ir conmigo. El profe lo dejó y juntos abandonamos la
clase. Pensaba que mi ex me llevaría hasta la enfermería del
instituto, pero no fue así. Andamos hasta un banquito del patio y
nos sentamos allí.
-El
aire frío en la cara es mejor que una medicina y eso es lo que tú
necesitas- No tenía ganas de discutir así que le hice caso.
Con
Chaz, las cosas estaban en punto muerto. Me besó el último día de
clase y ya casi no supe más de él en todas las Navidades. Sólo
hablamos un día por el MSN y fue para desearnos Felices Fiestas y un
próspero Año Nuevo. Lo típico. Apenas dos minutos de su tiempo. De
repente, me puso una mano en la rodilla. Lo miré extrañada y él
sonrió. Me recordó muchísimo a cuando estábamos juntos. Se había
convertido por unos segundos en ese chico encantador del que me
enamoré. No se conformó con acariciarme la pierna. Sin esperarlo,
se inclinó sobre mí, apartó mi flequillo y me dio un beso en la
frente. Un escalofrío. Y después me estrechó entre sus brazos,
acomodando mi cabeza contra su pecho. Otro escalofrío. Era
desconcertante su actitud. Éste no se parecía al tipo insoportable
y presuntuoso de los últimos tiempos. ¿Qué estaba pasando? Chaz no
tenía intención de pararse ahí. Buscó mi rostro y puso el suyo a
la misma altura. Nuestras bocas se acercaron mucho. Casi sentía su
aliento. Pero aquello no era lo que yo quería. Me las apañé para
salir de su abrazo y lo miré a los ojos. Seguía sonriendo, dulce,
tierno. Seductor. Tragué saliva. Lo estaba consiguiendo. Pero no me
iba a dejar atrapar así como así. Me levanté.
-Volvamos
a clase, ya me encuentro mucho mejor- Fracasé en mi propuesta. Con
un movimiento ágil, me agarró por las caderas y me impulsó hacia
él. En un instante, me encontré sentada en sus rodillas a pocos
centímetros de su cara. Me miraba intensamente. Yo respiraba con
dificultad. Agitada, nerviosa. No quería… Sí quería. Nada que
hacer. Chaz me había atrapado con sus encantos.
Sus
labios húmedos y suaves contactaron con los míos. Y luego su lengua
acarició la mía. Sentí una de sus manos en mi pelo y la otra en la
espalda. Nos besamos una y otra vez. Al principio, fue bonito. Luego,
apasionado. El airecillo frío me golpeaba travieso las mejillas que
estaban hirviendo. Ya no me dolía la cabeza, ni pensaba en Justin.
Ni tan siquiera tuve en cuenta que estábamos en el instituto. Sólo
sentía su boca. Y sus manos en mi espalda. Nunca, ni cuando éramos
novios, me había hecho sentir tan especial. Por unos minutos me
olvidé del mundo. Pero el mundo no se había olvidado de mí. El
profesor de Matemáticas, alarmado por nuestra prolongada ausencia,
salió a buscarnos. Y nos pilló en pleno beso.
-¡¡Ejem!!
No
tengo capacidad, ni memoria suficiente, para recordar todos los
castigos que me han puesto en el instituto y en mi casa. ¿Mereció
la pena? No lo sé. Estoy hecha un lío. ¿Quiero a Chaz? ¿Me gusta
Justin? ¿Los dos? ¿Ninguno? Menos mal que iba a pasar de los
chicos.
Comentarios
Publicar un comentario